24/07/2019
Sonja Kotz, de la Universidad de Maastricht, estudia cómo mejorar el pensamiento, la atención, la memoria y la interacción social.
Investigar cómo la música puede ser beneficiosa para pacientes con Parkinson y cómo determinadas frecuencias pueden mejorar no solo la marcha al caminar, sino que también la forma de pensamiento, la cognición, el sistema de atención, la memoria y la interacción social es el objetivo del estudio que la académica Sonja Kotz desarrollará en la Escuela de Ingeniería Civil Biomédica de la Universidad de Valparaíso (UV), por medio de un proyecto MEC, con visitas entre los años 2019 y 2020.
La doctora Kotz, proveniente de la Universidad de Maastricht (Países Bajos), fue invitada por Wael El-Deredy, académico de Ingeniería Civil Biomédica UV, con quien ya había realizado iniciativas académicas y de investigación de manera conjunta. Ambos científicos explican que la neurociencia cognitiva y clínica se enfrenta el desafío de que las aplicaciones de imágenes actuales no tienen en cuenta el hecho de que la actividad cerebral es altamente dinámica, por lo que el desarrollo de herramientas para la detección no invasiva y la monitorización de las transiciones del estado cerebral, que permiten diferenciar la función cerebral normal de la anormal, es vital para que la intervención temprana y las estrategias de rehabilitación tengan éxito.
Tal como señala Wael El-Deredy, “en la escuela de Ingeniería Civil Biomédica UV estamos desarrollando un nuevo método y herramienta que permite a los neurocientíficos detectar y predecir los cambios temporales en las redes cerebrales dinámicas que son inaccesibles utilizando las técnicas estándar de neuroimagen”.
La doctora Kotz explica que su proyecto “busca analizar un cuerpo de datos que comencé a desarrollar en el Instituto Max Planck, en Leipzig, Alemania, sobre personas sanas y pacientes con Parkinson antes y después de una intervención específica para ver si les ayudaba a mejorar los síntomas de la enfermedad, en especial, la actividad motora, detectando cambios en la red cerebral”.
“Estas experiencias demostraron que la forma de entrenamiento de los pacientes con un estímulo predecible en su estructura temporal, como la música, los ayudaba no solo a mantener la marcha, sino que además mejora su forma de cognición e interacción social, la memoria, pero también cómo piensan respecto de su propia posición y el entorno, de lo cual anteriormente no había registro”, añade.
La investigadora asegura que “la ventaja de la música es que uno puede vivir con ella, la mayoría de la gente dice que es algo agradable, fácil, o que no interfiere en sus vidas, muy distinto a poner electrodos por todo su cuerpo. El Parkinson ya no es una enfermedad de envejecimiento, hoy está cada vez más presente en personas jóvenes, por lo que se vuelve relevante usar la música, buscando el ritmo más adecuado para esa intervención”.
“La tendencia actual es personalizar la medicina, porque sería genial predecir qué pacientes se van a haber beneficiados por esa forma de intervención. Si los pacientes usan música que les gusta, es más fácil y obtienen mejores resultados. Originalmente se usaba música de bandas de marcha, pero a los jóvenes no les gustaba, preferían el tecno y cuando nos dimos cuenta que era el mismo ritmo comenzamos a utilizarlo con buenos resultados. Si da la misma frecuencia no importa qué tipo de música sea, lo importante es que les guste y la disfruten, porque la música motiva el movimiento, especialmente, en el caso del Parkinson”, asegura.
La doctora Kotz estará hasta fines de agosto en la UV, donde realizará una serie de conferencias científicas, así como también para público general y de la tercera edad, además de reunirse con un grupo de neurólogos del hospital Carlos van Buren y con psiquiatras de El Salvador.
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